Nací en Las Palmas, un pueblo esencialmente obrero. Soy hija, sobrina, nieta de un trabajador del Ingenio Azucarero. Ingenio que fue motor del desarrollo económico del Departamento Bermejo.
Desde muy pequeña respiré la atmósfera del trabajo fabril, de luchas sindicales y militancia política. Al punto que podría decirse que desde ese entorno social mi pueblo me arrulló con la marcha peronista como canción de cuna.
Haciendo una mirada retrospectiva puedo decir que recuerdo a mi padre yendo a la fábrica a trabajar, recuerdo sus anécdotas, recuerdo su historia de vida: él comenzó a trabajar a los 14 años, porque en ese entonces los niños podían trabajar y esa situación estaba legitimada por la sociedad de aquella época.
El Ingenio era Dios y Dios no podía morir. El Ingenio era proveedor de trabajo, de vivienda, de salud, de educación y hasta de religión. Ya que la Iglesia y el Hospital fueron construidos por los hermanos Hardy y por ende estaban asentados dentro del predio industrial.
La empresa que nació como una iniciativa privada de Carlos y Ricardo Hardy. Años más tarde pasó a pertenecer al Estado Nacional. Y junto con el país transitó por momentos de prosperidad y otros de zozobra.
Dios no podía morir pero Dios murió. Y su muerte vino de la mano del Gobierno de CARLOS MENEM, quien aseguraba que se debía achicar el Estado, que todo lo estatal implicaba gasto y no inversión.
Finalmente el gasto se redujo, así que el Ingenio fue subastado, liquidado, desguazado y gran parte de su población fue diseminada por todo el país en busca de trabajo y mejores oportunidades.
Se realizaron marchas, protestas, piquetes pero ninguno de los reclamos lamentablemente pudo impedir ese Deicidio.
Yo soy producto de esa historia. La historia de mi pueblo es la historia de mi vida, es la historia de mi familia, de mis amigos, de mis vecinos. Esa historia de alguna manera me atraviesa, me excede y me condiciona; será por eso que transcurridos los años no pude escapar al compromiso de involucrarme en la participación sindical y política.
Es tan fuerte ese determinismo histórico en mi vida que ya atravesó varias generaciones en mi familia y hoy fluye impetuosamente por las venas de mis hijos. La lucha continúa…!
lunes, diciembre 23, 2024
Edith Suárez | Las Palmas - Chaco