Las nuevas medidas se pondrán en marcha a partir del 1 de septiembre, durante dos semanas, dijo el gobernador de La Habana, Reinaldo García Zapata, en la televisión estatal.
García Zapata dijo que las medidas más severas se han lanzado debido al “incremento de los casos confirmados de COVID-19 a partir del 24 de julio, con la ocurrencia de una transmisión local demostrada”.
La Habana, con 2,2 millones de habitantes, se mantiene en la fase epidémica de la enfermedad, mientras que las restantes provincias del país transitan por las fases 1 y 2 con mayor libertad de movimiento.
Entre las medidas anunciadas están la limitación de movimiento de personas entre las 19.00 y 5.00 hora local, la eliminación de traslados interprovinciales desde la capital y la prohibición de niños y jóvenes en parques.
El distanciamiento físico y el uso de mascarillas siguen siendo obligatorios, mientras que se eliminarán las ventas entre municipios y se recortará a sólo cuatro horas el horario destinado a los comercios.
García Zapata sostuvo que los capitalinos no han sido lo suficientemente disciplinados y señaló que habrá un incremento de policías en las calles para imponer multas a infractores.
La pandemia ha empeorado la escasez de alimentos, medicamentos y otros bienes, y ha provocado grandes colas en puntos de venta. La ausencia de turismo, una de las principales fuentes de ingreso de la isla, ha afectado a la frágil economía local que lucha con el recorte de la ayuda de Venezuela y las sanciones del gobierno de Donald Trump.
La Habana registró 269 personas diagnosticadas con el virus la semana pasada, la mayor cantidad de casos semanales desde el comienzo de la pandemia, según los análisis del biólogo cubano Amilcar Pérez Riverol
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